Audición preservada después de la cirugía para quitar el neuroma acústico grande
Duke ofrece un abordaje quirúrgico avanzado para el tumor de la base del cráneo
Eliana Vera González sonríe mientras su hija la abraza en su casa en Morrisville, NC.
En septiembre de 2023, a Eliana Vera González la diagnosticaron con un neuroma acústico, un tumor no canceroso en la base del cráneo que crece cerca del cerebro y del oído interno. Debido a su tamaño y ubicación, retirarlo podría provocar una pérdida funcional permanente, incluida la pérdida de audición. Los cirujanos de Duke utilizaron una técnica quirúrgica avanzada para extirpar de forma segura el tumor de González y preservar su audición. Ahora González, de 38 años, está agradecida de poder disfrutar del tiempo con su familia. “Pasé unos meses sin poder jugar con mi hija de siete años por dolores de cabeza y mareos,” dijo González. “Hoy, gracias a Dios y a Duke, podemos hacerlo.”
Los síntomas persistentes se vuelven emergentes
Hace unos años, en su país natal, Venezuela, los médicos de Eliana Vera González sospecharon que tenía vértigo cuando comenzó a experimentar mareos, dolores de cabeza y problemas de audición. Sus síntomas empeoraron con el tiempo y se desmayó varias veces después de llegar a los EE. UU. Durante un viaje a la sala de emergencias del Hospital de la Universidad de Duke, González se enteró de que un tumor estaba creciendo dentro de su cráneo y necesitaba cirugía para extirparlo. Aunque González estaba asustada, encontró consuelo en Catherine Lingo, RN, una enfermera orientadora de Duke que guía a personas como González a lo largo de su proceso de tratamiento.
“Al principio estaba muy nerviosa,” dijo González. “El miedo te hace tener muchas dudas. Pero Catherine me ayudó a mantener la calma.”
El neuroma acústico amenaza la audición
El tumor de González era un neuroma acústico, un tumor benigno que crecía cerca de los nervios responsables de su audición y equilibrio. Con un tamaño de aproximadamente tres centímetros, el tumor bloqueaba los conductos del líquido cefalorraquídeo y provocaba una acumulación peligrosa de líquido, una afección llamada hidrocefalia. Los médicos de Duke realizaron un procedimiento para aliviar la presión sobre el cerebro de González. A continuación, era necesario extirpar el tumor, pero hacerlo podría provocar que González perdiera la audición en un lado, así como mareos permanentes y daño al nervio facial.
"Debido al lugar donde crecen los neuromas acústicos, una de las mayores preocupaciones con el tratamiento es la posible pérdida de audición," dijo el neurotólogo de Duke, Cal Cunningham, MD. "Existe una gran posibilidad de que el paciente pierda toda la audición del lado del tumor, sin importar la opción de tratamiento que elija."
El Dr. Cunningham es uno de los varios otólogos y neurotólogos de Duke, médicos de oído, nariz y garganta que se especializan en problemas del oído difíciles de tratar y relacionados con neurología, como los neuromas acústicos. Junto con neurocirujanos especializados, oncólogos radioterapeutas, audiólogos, fisioterapeutas y otros, trabajan juntos para lograr los mejores resultados posibles para las personas con tumores raros y complejos de la base del cráneo. “Estas condiciones pueden tener un gran impacto en la calidad de vida de una persona. Nuestro objetivo es tratar de preservar o incluso restaurar su función normal para que puedan volver a la vida que tenían antes,” dijo Cunningham.
La técnica quirúrgica brinda una oportunidad para preservar la audición
El Dr. Cunningham se asoció con el neurocirujano de Duke, Ali Zomorodi, MD, para acceder al tumor de González a través del hueso detrás de su oreja izquierda. Aunque difícil con un tumor tan grande como el de González, esta técnica aumentó las posibilidades de preservar su audición y redujo el riesgo de daño a los nervios faciales cercanos. Después de despertar, González supo que sus médicos habían logrado su objetivo.
“Los resultados positivos fueron sorprendentes porque era muy poco probable que pudiera oír algo en mi lado Izquierdo,” dijo González.
Una nueva normalidad aespués del tratamiento
Aparte de una complicación menor unas semanas después de la cirugía, González se recuperó bien y agradece sentirse mejor.
“Puedo hacer muchas cosas que antes no podía hacer,” dijo González. “No podía caminar sola debido al mareo. Había olvidado lo que se sentía caminar mirando al frente y no tener que agarrarme a una pared o a otra persona, o dar la vuelta sin confundirme ni marearme.”
Lo mejor de todo es que puede correr, reír, saltar y cantar con su hija. “Es asombroso,” dijo.